Hubo un momento en el que la casa de modas Christian Dior
fue puesta de cabeza, durante la semana de la moda en París mientras se
presentaban las colecciones de alta costura para la primavera del año 1997 para
ser más exactos, una mezcla entre la tradición francesa y el mundo indígena,
flores con plumas, colores neutros y contrastantes al mismo tiempo, una mujer
europea de principios del siglo XX atrapada en un sueño de selva glamorosa,
todo esto bajo la dirección del recientemente nombrado director creativo, John
Galliano, joven y atrevido, desde ese momento giró el mundo de la alta costura
180°, el lujo ahora tenía una nueva figura, y el sentido del gusto un nuevo
nombre.
15 años de fantasías, extravagancias y festivales en
pasarelas terminaron barridos por el trauma de una sociedad indispuesta a
olvidar los episodios más perturbadores de la historia del mundo, un simple y
soez comentario pudo derribar las barreras de la conciencia y así todo acabó,
pinchando la burbuja de ensueños Couture en la que muchos habíamos caído y
esperábamos seguir en ella, damos cuenta que así es el mundo de la moda, o más
bien, el mundo de los negocios.
Galliano se despide (metafóricamente) y surge el paso al
sucesor que amarraría los cordones de tan inmensos zapatos vacíos por llenar,
el elegido, Bill Gaytten, colega, compañero y patronista-cortador desde el
inicio de la carrera como couturier de Galliano. Después de tantas
especulaciones de quién tomaría el puesto, los grandes jefes del mundo del lujo
deciden que, a lo que se podría llamar el “efecto Dior-Saint Laurent” tendría
sentido (donde el brazo derecho del maestro toma la batuta).
Es algo que
recientemente funcionó para la marca Alexander McQueen, donde Sarah Burton toma
la dirección creativa después de trabajar por años con McQueen resultando de un
inmenso entendimiento de la mente maestra, y así conservando el ADN de la
marca.
{El creador de la marca, el propio Alexander Mcqueen}
{La sucesora, Sarah Burton}
Y entonces así Gaytten sabe de qué se trata la estética Galliano, conoce
sus locuras por dentro y fuera y es algo que se dio a notar en su reciente
colección para hombre de la marca John Galliano, lo cual fue coherente,
correcto. Esto no ocurrió en Dior, la colección de Gaytten fue como un intento
de querer ser Galliano haciendo lo que prácticamente solo él podría lograr en
una marca con tanto renombre, que es, hacer lo que se le dé la gana. Gaytten
tuvo la pared blanca, la puerta abierta, la varita mágica, y aún así trató de
pisarle los talones al diseñador que por lo visto tanto lo influenció,
produciendo una colección, que de ninguno de los críticos de moda más
importantes del mundo ha logrado conseguir una buena reseña, inclusive haciéndo
llegar a la conclusión de que el no es un diseñador y que debería permanecer
donde siempre estuvo. Debe ser duro, pero concuerdo.
{y de esta manera se fue todo al suelo}
Ciertamente los chismes seguirán saliendo acerca de ¿qué es
lo que seguirá? Hay por ahí también aquellos que dicen que Gaytten solamente es
un distractor, un peón mientras la firma consigue un diseñador para el puesto
(mantengan sus dedos cruzados) y fuera lo que fuera a pasar, si Gaytten
continúa en el puesto, tiene que demostrar que puede con el peso y tendrá que
convencer a mucha gente alrededor del mundo de que esto será así. Mientras
tanto la marca John Galliano no tuvo ningún problema con sus ideas, pero
Christian Dior ya no necesita alguien que copie las ideas del anterior
diseñador, sino alguien que refresque la cara de un viejo gigante de la alta
costura, como lo hicieron Yves Saint Laurent, Marc Bohan, Gianfranco Ferré y
John Galliano en sus respectivos tiempos…
{Yves Saint Laurent}
{Marc Bohan}
{Gianfranco Ferré}
{John Galliano}
{La partida de Galliano en Dior, es en realidad una perdida lamentable, ya que él en realidad apreciaba respetaba y trasgredía la historia de la casa Dior.}